La palabra Champaquí, deriva del quichua «champa» vocablo que se refiere a césped o pastos con raices en suelo de humedad permanente. Esta es una de las características del Cerro. El conocido quichuista Domingo Bravo, dice que la palabra «champa» significa: césped arrancado para construir una corriente de agua, para limitarla o derivarla. En la provincia de Salta la palabra «Chmapa» se utiliza para designar trozos de tierra o de barro con raíces también a leña delgada, que es la primera que se coloca para encender el fuego.
El conocido linguista Lafone Quevedo, encuentra el subfijo «Qui» o «Ki» en algunos apellidos indígenas y en algunos nombres de pueblos que llevan el jefe o cacique indio.
El verde césped de la cumbre del cerro, los numerosos ojos de agua, la enorme cueva en la roca viva, ideal como atalaya para el dominio de una vasta extensión serrana, nos permite pensar que el cerro fué habitado por un cacique que reinaba en la Región del Césped («Champa-qui»).
Lugareños saben contar la leyenda que dice: «…Después de la pampilla de la cima, farallones a modo de fuerte custodian una laguna circular, alimentada por arroyos. En los atardeceres se alza un suave vapor, que el sol tiñe de rojo y oro. Entonces aparece una mujer de cabellos rubios envuelta en blamco y anaranjado tul, que después de danzar desaparece entre las brumas. Es la novia de la laguna… En una de las grandes cuevas, en la falda oriental, poco antes de llegar a la cumbre del cerro, vivía un jefe indio, que desde ese atalaya natural vigilaba toda la región. Desde ese amplio horizonte descubrieron un día, gente de razas blanca, al oeste del Valle de San Javier. En una de sus incursiones al otro lado de la Sierra de los Comechingones, raptó una muchaca rubia de rara belleza y la llevó a la cueva de la montaña tal como hizo el indio Bamba en el Valle de Punilla.
… las expediciones de los españoles para rescatar la chica fracasaron, pues la abrupta montaña no les daba paso, que sólo se flanqueaba por tres peligrosos desfiladeros: la cuesta de las cabras, la quebrada del tigre y la cuesta de las totoras… no estaban resignados a perderla y en su angustia en la esperanza de verla, miraban al Cerro. Sólo en los atardeceres sin niebla, luminosos, creían verla. El rojo color del crepúsculo y el blanco de vapor de agua formado por hermosas combinaciones, por un natural espejismo, reproduce una figura humana de mujer que parece danzar envuelta en gasas sobre la cabeza del Cerro Champaquí. Por eso la llaman la Novia de la Laguna… otra versión dada por los serranos dice: que la cautiva en su desesperación se arrojó al vacío desde el cerro y aparece todos los atardeceres para hacernos ver que su alma vive en las alturas…