El 16 de agosto de 2003, tres apasionados guías, Gerardo Ciria, Mariano Bearzotti y Miguel Coranti, emprendieron una aventura que marcaría el inicio de un viaje extraordinario: fundaron Alto Rumbo. Con una visión clara y el amor por la naturaleza como motor, llevaron a cabo su primera excursión bajo este nombre hacia la Cumbre del Champaquí, conocido como el Techo de Córdoba. Este hito no solo representó el nacimiento de la empresa, sino también el comienzo de una tradición que perdura hasta hoy.
Aquella excursión inaugural fue un recorrido de tres días, con el Rancho de Luna como base, un refugio que desde entonces se ha convertido en la casa de Alto Rumbo. Este lugar, que vio partir a los primeros aventureros, sigue siendo el corazón y alma de la empresa, un símbolo del origen y del compromiso con el Champaquí.
A lo largo de 21 años, Alto Rumbo ha realizado más de 1,000 viajes por toda Argentina, explorando desde las montañas hasta los valles, siempre con la misma pasión por la naturaleza. A pesar de la expansión y del crecimiento, la empresa nunca ha dejado de regresar al Champaquí, su punto de partida y su hogar espiritual.
Pero el compromiso de Alto Rumbo va más allá del turismo de aventura. En estos largos años, la empresa se ha dedicado a promover la sustentabilidad, siendo fundadores de la Fundación Sembradores de Agua. A través de esta iniciativa, han reforestado y plantado tabaquillos en el Champaquí, contribuyendo a la preservación de este ecosistema único. Además, Alto Rumbo ha trabajado en la accesibilidad, brindando a personas en sillas de ruedas la oportunidad de conocer y disfrutar de las maravillas del Champaquí.
Hoy, este equipo de más de 30 personas, mira hacia atrás con gratitud, agradeciendo a los miles de clientes que confiaron en ellos a lo largo de estos años. También reconoce el trabajo incansable de sus guías, cocineros y refugieros, cuyo esfuerzo y dedicación han sido fundamentales para el crecimiento y éxito de la empresa.
Celebrar 21 años de Alto Rumbo es celebrar una historia de pasión, compromiso y aventura, una historia que comenzó en el Champaquí y que sigue escribiéndose con cada nuevo viaje, siempre con el Rancho de Luna como el refugio al que regresar.