Siempre la memoria colectiva retiene a través de los tiempos historias y anécdotas, que van enriqueciendo el acervo cultural, las tradiciones de algún paraje.
Cuenta Don Benjamín Vergara (alias Jazmín) : «…Muchos años atrás, cuando en la zona de Villa Dolores, Nono, La población y Las Rosas se producía tabaco de gran calidad y la costumbre del criollaje era mascar tabaco y no fumarlo, la «autoridá» sacó una ley que prohibía su venta en los boliches del campo… pareciera ser que influenciada por algunos «gringos» que querían imponer el hábito de pitar el tabaco y no mascarlo… lo concreto es que dicha prohibición originó que se contrabandease tabaco desde el Valle de San Javier hacia el hoy Valle de Calamuchita con rumbo hacia Paravachasca (Alta Gracia)…
Don Benjamín con sus cortos diez años, partió atrás de su Tata, para hacer lo que se podía (contrabandear) en el duro oficio de sobrevivir en las sierras y más en esas épocas… cruzaban el Macizo de los Comechingones por los pasos que solamente ellos conocían, tanto en invierno como en verano, al paso lento del caballito serrano, parando solamente para acomodar los aperos y las albardas, en las cuales iba prolijamente acomodado el tabaco que se contrabandeaba dentro de la misma provincia de Córdoba… por supuesto había que ir esquivando las partidas de milicos que si lo pillaban los mandaban con sus huesos al calabozo, y además «les confiscaban» todo lo que transportaban y que podía significar suficiente ganancias como para pasar por lo menos un año.
En esos menesteres menores que le imponía el destino, andaba nuestro personaje con su corta edad, y como el frío en la alta montaña siempre se hacía sentir, para «arroparse por dentro» su Tata le daba ginebra o caña para poder soportarlo. Por ello siempre contaba, que la gran alegría de estos Gauchos de las Alturas era llegar a un refugio, hecho todo de piedras, en el cual siempre dejaban leña y podían tanto hombres como cabalgaduras tomarse unas horas de descanso.
Allí durmió nuestro personaje y su Tata vaya a saber cuantas noches, al lado del fuego, mirando las estrellas y tapados con sus ponchos, esperando el nuevo día…