¿Sabrá esta gente que hoy me escala por qué y para qué estoy aquí?
¿Sabrán éstos que me trepan y vociferan y resoplan y deslizan por mis rocas cuál es mi repertorio de secretos?
¿Escucharán mis razones susurradas el montañista equipado, el niño exhausto, la licenciada tímida, el hipermotriz corajudo, el abúlico que ha decidido despertar de su sopor, el burócrata más que harto, el místico confundido, el políglota demudado, el soberbio empequeñecido?
Quién sabe…
De cualquier manera.., ah, qué bueno es respirar por las troneras de mis tantas cavernas umbrías, húmedas, intrigantes, e insuflarles a estas filas de curiosos mis aires más puros!
Por eso también destilo mis vertientes, enjuago mis nieves, ensancho mis cascadas, endurezco mis peñones, y yergo mi espalda pétrea.
Y así, la pareja de enamorados llora de pronto porque encuentra tan lejos de la confortable casa, del lavarropas automático y las imágenes de video, un impulso imprevisto para seguir luchando.
Entonces vuelvo a preguntarme:
¿Sabrá esta gente que hoy me escala por qué y para qué estoy aquí?
¿Imaginarán tal vez la respuesta azul, verde y gris de mis fauces calladas?
Simplemente estoy para que, conociéndome, se conozcan; y para que, conociéndose, me conozca yo a mí mismo.
Soy el techo de Córdoba, el cerro sagrado de los comechingones, el vigía bifronte con ojos de cíclope mirando a los dos valles mágicos.
Soy el rey de todas las sierras pampeanas.!!!
Pero soy, ante todo, una pregunta eterna…