Vivero de Altura

Creación de un Vivero de Altura Experimental en el Champaquí

En las faldas del Cerro Champaquí, a 2.100 metros de altura, en inmediaciones del Rancho de Luna, se encuentra un vivero inaugurado el 16 de agosto de 2023. Este vivero es una iniciativa de «Sembradores de Agua», una fundación comprometida con la restauración ecológica de la cuenca hídrica Pampa de Achala.

A pesar de los desafíos climáticos específicos de la zona, el vivero tiene como meta producir entre 15.000 y 20.000 plantas en su primera campaña, con un enfoque especial en el cultivo de tabaquillos. Este esfuerzo busca asegurar la supervivencia de las especies a gran altitud, fundamentales para la regulación hídrica y la protección del suelo.

El tabaquillo (Polylepis australis) es una especie que crece en los bosques de altura de los cordones serranos del centro y noroeste de Argentina, a altitudes que van de 1.200 a 3.500 metros sobre el nivel del mar. Este pequeño árbol puede alcanzar hasta 10 metros de altura, con hojas compuestas y una corteza distintiva que se deshace en finas láminas. Además de su resistencia parcial al fuego, el tabaquillo juega un papel crucial en la protección de los suelos contra la erosión, la captación de neblina para aumentar las precipitaciones y la formación de suelos esponjosos que almacenan agua. No obstante, sus poblaciones han sido amenazadas por actividades humanas como la tala y el pastoreo.

Afortunadamente, una parte de los bosques de tabaquillos está protegida en áreas como el Parque Nacional Quebrada del Condorito y la Reserva Hídrica de Achala. Además, existen iniciativas de reforestación dedicadas a conservar esta especie vital para la región.

La Fundación Sembradores de Agua trabaja para apoyar todas las acciones necesarias para lograr la restauración ecológica de los ecosistemas de bosques montanos en las Sierras de Córdoba, con el objetivo de garantizar que estas áreas continúen siendo fuentes de agua. La regeneración de los bosques de tabaquillos es esencial para este propósito.

Todos usufructuamos y consumimos, directa o indirectamente, las montañas, sus suelos, biodiversidad, bosques y agua. Por ello, es nuestra responsabilidad asumir un papel activo y contribuir con nuestras acciones.